La batalla se libró en 1845 en un recodo del río Paraná, cerca de San Pedro. Allí, las fuerzas argentinas comandadas por Juan Manuel de Rosas y Lucio N. Mansilla intentaron impedir el avance de una escuadra anglo-francesa que buscaba forzar la libre navegación de los ríos interiores para comerciar sin la autorización del Estado de Buenos Aires.

Aunque la flota invasora logró cortar las cadenas que bloqueaban el paso y avanzar río arriba, la resistencia criolla dejó una marca profunda: el episodio se transformó en un símbolo de defensa del territorio, los recursos y la autodeterminación del país.