Los rebeldes sirios celebraron este lunes la toma de gran parte de la ciudad de Alepo, un avance clave en su lucha contra el régimen de Bashar al-Assad. Sin embargo, la celebración se vio ensombrecida por una intensificación de los bombardeos rusos y sirios en el noroeste del país, cerca de la frontera con Turquía.

El Ejército sirio, con el respaldo de aviones de guerra rusos, lanzó una serie de ataques aéreos en las afueras de la localidad de Al Safira, al sureste de Alepo. Según fuentes militares citadas por la agencia estatal SANA, los bombardeos estaban dirigidos a «concentraciones de terroristas y sus ejes de movimiento», dejando «decenas de muertos y heridos» entre los insurgentes, además de destruir varios vehículos utilizados por los rebeldes.
Los ataques buscan frenar el avance de las facciones islamistas, lideradas por el Organismo de Liberación del Levante (Hayat Tahrir al Sham), una coalición de grupos respaldados por Turquía y con vínculos previos con Al Qaeda. Hasta el momento, HTS no ha emitido declaraciones oficiales sobre los bombardeos.
Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede en el Reino Unido, más de 400 personas han muerto desde el inicio de la ofensiva rebelde la semana pasada, incluyendo alrededor de 50 civiles.

Los insurgentes lograron entrar en Alepo en un tiempo récord, aprovechando la retirada del Ejército sirio sin apenas resistencia. Ahora, continúan avanzando en la provincia de Alepo y mantienen combates con milicias kurdas y fuerzas leales al régimen en dirección a Hama.
Mientras tanto, el Ejército sirio, con apoyo de Rusia, Irán y milicias chiíes iraquíes, prepara una contraofensiva para recuperar el control de la región.





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