En una jornada marcada por la escalada del conflicto entre Israel y el movimiento islamista Hezbolá, la ONU denunció que el ejército israelí «demolió deliberadamente» una de sus posiciones en el sur del Líbano. Según la Fuerza de Paz de la ONU en el país (FINUL), una topadora del ejército israelí destruyó una torre de observación y la valla perimetral de una de sus bases, a pesar de las advertencias internacionales.
Mientras tanto, la violencia continúa incrementándose en la región. El ejército israelí lanzó más de 50 bombardeos en el sur del Líbano, impactando supuestas posiciones de Hezbolá y un centro de mando en Beirut. La respuesta de la milicia libanesa no se hizo esperar: lanzaron más de 200 cohetes sobre el norte de Israel, aunque no se reportaron víctimas fatales.

Los ataques israelíes también golpearon oficinas financieras vinculadas a Hezbolá en Beirut, según reportó la Agencia Nacional de Noticias del Líbano (ANI), mientras que el ejército israelí anunció la muerte de tres combatientes de la milicia durante los bombardeos en el sur del país.
El conflicto también afectó a civiles, especialmente en Saida, donde una escuela transformada en refugio fue sacudida por explosiones cercanas, generando pánico entre los refugiados.
Hezbolá reivindicó el lanzamiento de cohetes contra la ciudad de Haifa y varias bases militares en Israel, alegando que fue en represalia por los ataques contra los suburbios del sur de Beirut. A pesar de los intensos intercambios, no se han registrado bajas significativas en territorio israelí, aunque sí se informaron daños materiales.
FINUL, que mantiene cerca de 9.500 efectivos en el Líbano, reiteró su compromiso con la misión de monitorear la frontera, a pesar de las crecientes tensiones y los ataques a sus posiciones.





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