China llevó a cabo una serie de ejercicios militares sin precedentes alrededor de Taiwán, movilizando 125 aeronaves y 34 embarcaciones, en una clara demostración de su poderío militar. Estas maniobras simularon el bloqueo de puertos y ataques a objetivos clave de la isla, un territorio que China considera parte de su nación, pero que mantiene una administración independiente. Las autoridades chinas reiteraron su postura de no descartar el uso de la fuerza para lograr la reunificación.

El Ministerio de Defensa de Taiwán informó que 90 de las aeronaves chinas ingresaron en la Zona de Identificación de Defensa Aérea (ADIZ) de la isla, aunque sin violar su espacio aéreo. Además, se desplegaron buques de guerra y otras embarcaciones en los alrededores de Taiwán y sus islas periféricas. Los ejercicios, denominados “Joint Sword-2024B”, incluyeron al portaaviones Liaoning y tropas terrestres, aéreas y marítimas del Ejército Popular de Liberación.

China justificó estas maniobras como una respuesta a las declaraciones del presidente taiwanés, William Lai, quien afirmó que China «no tiene derecho a representar» a Taiwán. El régimen calificó los ejercicios como un “castigo” a las fuerzas independentistas de la isla.

Mientras tanto, el gobierno taiwanés desplegó buques y misiles en alerta ante la amenaza. La comunidad internacional, incluidos Estados Unidos y sus aliados, ha expresado su preocupación por la creciente tensión en la región, instando a Beijing a evitar acciones que desestabilicen la paz en el estrecho de Taiwán. A pesar de la escalada, la vida en Taiwán sigue con aparente normalidad, mientras sus residentes se muestran acostumbrados a las continuas amenazas de China.