La región de Medio Oriente atraviesa un momento de alta tensión tras el reciente ataque de Irán, que lanzó 180 misiles sobre territorio israelí en represalia por los asesinatos de líderes de Hezbolá y Hamás. Este nuevo episodio podría desencadenar una respuesta militar significativa por parte de Israel, que, según su primer ministro, Benjamin Netanyahu, promete que «Irán pagará un alto precio» por su acción.

Israel, con el respaldo de Estados Unidos, está considerando varios objetivos estratégicos dentro de Irán, que van desde bases militares hasta instalaciones nucleares. Se estima que, con la ayuda del Mossad y satélites estadounidenses, los israelíes podrían dirigir sus ataques contra las plataformas de lanzamiento de misiles, depósitos de combustible y bases de la Guardia Revolucionaria. Además, no se descarta un golpe más arriesgado a las plantas nucleares iraníes, como Natanz y Bushehr, donde se sospecha que Teherán está enriqueciendo uranio a niveles peligrosamente cercanos a los necesarios para fabricar armas nucleares.

A pesar de su fuerza militar limitada, Irán cuenta con una gran cantidad de misiles balísticos, drones explosivos y milicias aliadas en toda la región, lo que le permitiría llevar a cabo represalias significativas. Además, podría atacar áreas residenciales en Israel, como ya advirtió la Guardia Revolucionaria, y llevar la guerra a países vecinos que apoyen a Israel, afectando incluso las bases militares estadounidenses en el Golfo Pérsico.

La comunidad internacional observa de cerca cómo se desarrollan los acontecimientos, en medio de temores de que un conflicto abierto entre Israel e Irán desencadene una guerra a gran escala en el ya volátil Medio Oriente.