Desde la llegada de La Libertad Avanza al poder, las protestas piqueteras han sufrido una notable disminución en su impacto, marcando un cambio en la dinámica de las movilizaciones sociales en Argentina. A pesar de que las protestas continúan, los piqueteros ya no bloquean las calles, optando por marchar sin interrumpir el tránsito. Esta nueva realidad se ha consolidado en los últimos cuatro meses, durante los cuales no se han registrado cortes en la Avenida 9 de Julio, un escenario previamente habitual para estas manifestaciones.

El gobierno de Javier Milei ha implementado una serie de medidas para frenar el poder de las organizaciones piqueteras, destacando el protocolo antipiquetes diseñado por la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Este protocolo, que regula el modo en que se llevan a cabo las protestas, ha sido clave para evitar los cortes de calle. «Los piqueteros pueden marchar, pero no cortar la calle», enfatizó Bullrich, quien destacó la efectividad de las políticas de su cartera en devolver el orden a la vía pública.
Además, las políticas impulsadas por Sandra Pettovello, ministra de Capital Humano, han sido fundamentales en esta reconfiguración del poder piquetero. Pettovello desmanteló la tercerización de la distribución de alimentos y eliminó la intermediación de los líderes piqueteros en la gestión de los planes sociales. Esta decisión no solo ha reducido significativamente su capacidad de movilización, sino que también ha llevado a la judicialización de múltiples denuncias de coacción y amenazas a beneficiarios de planes sociales.

El procesamiento de Eduardo Belliboni, líder del Polo Obrero, por administración fraudulenta y el cuestionamiento de su liderazgo dentro de las filas piqueteras, reflejan el debilitamiento de estas organizaciones. Mientras los piqueteros intentan adaptarse a la nueva realidad, el gobierno de Milei continúa avanzando en su promesa de «terminar con las extorsiones y los cortes de los piqueteros».





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