En un movimiento inesperado y sin precedentes, las fuerzas ucranianas continuaron su ofensiva en la región rusa de Kursk por sexto día consecutivo, penetrando hasta 30 kilómetros en territorio ruso. Las autoridades de Moscú reconocieron la magnitud de la incursión y la evacuación de la población local, mientras que Ucrania intensificó sus ataques con drones en varias regiones fronterizas.

El Ministerio de Defensa ruso admitió que las tropas ucranianas avanzaron hacia las aldeas de Tolpino y Obshchy Kolodez, ubicadas a 25 y 30 kilómetros de la frontera con Ucrania, respectivamente. A pesar de los esfuerzos rusos, la ofensiva ucraniana no ha sido detenida, dejando en evidencia la vulnerabilidad del Kremlin para proteger sus fronteras.

El gobernador en funciones de Kursk, Alexei Smirnov, confirmó que un grupo subversivo ucraniano ingresó en el distrito de Belovsky, cercano a la ciudad de Sudzha, y exhortó a la población a no entrar en pánico mientras ofrecía opciones de evacuación. Según informes oficiales, alrededor de 76.000 personas han huido de las áreas próximas a la frontera desde el inicio de la incursión.

Simultáneamente, la región de Belgorod, también en la frontera, reportó la huida de residentes ante el temor de un incremento en los ataques ucranianos. Este domingo, las autoridades rusas informaron de un bombardeo con drones en la ciudad de Kursk, que dejó 13 heridos.

El presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, mencionó la operación de manera indirecta, destacando el objetivo de trasladar la guerra a territorio ruso y desestabilizar al enemigo. Analistas sugieren que la incursión busca estirar las fuerzas rusas y mejorar la posición de Kiev en futuras negociaciones. Aunque la operación ha elevado la moral en Ucrania, la ofensiva rusa en el este del país sigue siendo intensa, con Moscú ganando terreno en la región de Donetsk.