En una maniobra sin precedentes, el dictador venezolano Nicolás Maduro ha perpetrado lo que se considera el mayor fraude electoral en la historia democrática de América Latina. El régimen bolivariano, encabezado por Maduro, Diosdado Cabello, los hermanos Jorge y Delcy Rodríguez, Tarek William Saab y Vladimir Padrino López, ha ejecutado una estafa electoral que ha dejado al mundo en estado de indignación.

Las actas electorales mostraron de manera abrumadora que Edmundo González Urrutia había ganado con una ventaja de más de 30 puntos porcentuales, reflejando la voluntad del pueblo venezolano. Sin embargo, el régimen chavista tenía otros planes. Desde la mañana del domingo 28 de julio, falsas encuestas a boca de urna comenzaron a circular, prediciendo una improbable victoria del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Estas encuestas, promovidas incluso por ex presidentes como Rafael Correa y Evo Morales, resultaron ser de una empresa fantasma.

El fraude se consolidó cuando el régimen impidió que la líder opositora María Corina Machado participara en los comicios. Esta acción arbitraria evidenció la falta de democracia en el proceso electoral venezolano. Además, el chavismo, que ha expulsado a millones de venezolanos y les ha negado el derecho al voto, aumentará la persecución y represión interna, y consolidará sus alianzas con países como Rusia, China, Irán, Cuba, Nicaragua y Bolivia.

Uno de los principales motivos detrás del fraude es la inmensa cantidad de causas legales que rodean a Maduro y su círculo cercano. La Corte Penal Internacional (CPI) investiga a Maduro por crímenes contra la humanidad, documentados por la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU. Además, la DEA en Estados Unidos lo acusa de ser uno de los líderes del Cartel de los Soles, con un precio de 15 millones de dólares por su captura.

Maduro, consciente de que perder el poder significaría enfrentar la justicia, optó por el fraude electoral para mantenerse en el poder. El régimen chavista, que ha construido una estructura de poder corrupta y deshumanizada, seguirá adelante con su agenda represiva, apoyado por sus aliados internacionales y enfrentando sanciones de la comunidad internacional.