Hilario Ascasubi, un pequeño pueblo al sur de la provincia de Buenos Aires, se enfrenta a una invasión masiva de loros barranqueros que ha alterado la vida cotidiana de sus habitantes. Ubicado a poco más de 100 kilómetros de Bahía Blanca y a 170 kilómetros de Viedma, el pueblo sufre desde hace años la presencia incesante de estas aves, pero en los últimos tiempos la situación ha empeorado considerablemente.
Según los residentes, la proporción de loros es de aproximadamente 15 por cada habitante. María del Valle Otero, concejal de la localidad, describe el problema: “Tenemos excrementos en la plaza, en los parques, en el jardín. Blancos están los pisos. Los loritos están comiéndose, literalmente, las instituciones”. Los vecinos han dejado de llevar a sus hijos a los espacios públicos y mantienen las ventanas cerradas para mitigar el ruido ensordecedor que perturba sus noches.

A pesar de los esfuerzos por espantarlos, utilizando métodos como ruidos fuertes y láseres, los loros parecen haberse adaptado, volviendo rápidamente después de cada intento de ahuyentarlos. “No te dejan ni escuchar tus pensamientos”, comenta Nahir Rodríguez, otra vecina afectada.
Además del ruido y los excrementos, la invasión ha generado pérdidas económicas significativas. Los loros dañan el tendido eléctrico y los cables de fibra óptica, causando cortes de luz e internet. Gonzalo Silva, secretario de Gobierno del partido de Villarino, señala que la deforestación y el cambio climático han contribuido a que estas aves busquen alimento en áreas urbanas, incrementando su presencia en la región.
Una de las mayores preocupaciones es la posible transmisión de enfermedades como la psitacosis, una infección causada por la bacteria Chlamydia psittaci presente en las heces de aves infectadas. Aunque no se ha confirmado un vínculo directo entre los loros y casos de psitacosis en la localidad, la preocupación persiste entre los vecinos.
El municipio enfrenta dificultades para controlar la situación debido al estatus de especie “amenazada” de los loros barranqueros, protegido por la Resolución Nacional 795-E/2017 del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable. Las autoridades locales, junto con investigadores, buscan estrategias efectivas y sostenibles para mitigar el problema, conscientes de la inteligencia y adaptabilidad de estas aves.
“Los loros son muy inteligentes, aprenden muy rápido, y por eso hay que buscar distintas estrategias y probablemente combinarlas”, advierte Natalia Cozzani, del Departamento de Biología, Bioquímica y Farmacia de la Universidad Nacional del Sur. “No hay una solución simple a corto plazo. Hay que trabajar para probar diferentes alternativas”.






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