En un congreso extraordinario en Tiráspol, líderes prorrusos de Transnistria solicitaron el apoyo de Moscú, acusando al gobierno moldavo de ejercer una «asfixia» económica sobre la región separatista en el este de Moldavia. A pesar de la llamada al gobierno ruso, el presidente local, Vadim Krasnoselskiy, enfatizó la búsqueda de un «diálogo pacífico» con Chisináu, la capital de Moldavia.

Transnistria, una pequeña región limítrofe con Ucrania, ha sido escenario de tensiones geopolíticas desde su declaración de independencia hace tres décadas. Con una población de alrededor de 500,000 habitantes, la región cuenta con su propia constitución, gobierno, moneda y ejército, aunque su independencia no es reconocida internacionalmente.

El territorio, dominado por una población de origen ruso, ucraniano y moldavo, ha mantenido estrechos vínculos con Rusia desde su separación de Moldavia. Sin embargo, enfrenta desafíos económicos significativos, con altos niveles de desempleo y salarios bajos.

Un aspecto destacado de la región es el depósito de armas de Kolbasna, que alberga unas 20,000 toneladas de armamento heredado de la Guerra Fría. A pesar de los llamados para su retirada, el material bélico continúa siendo motivo de preocupación tanto para Moldavia como para la comunidad internacional.

El estatus de Transnistria sigue siendo un tema candente en la política regional, con Moldavia buscando la reintegración económica y territorial, mientras que Rusia busca mantener su influencia en la región. En este contexto, la solicitud de protección a Moscú por parte de los líderes prorrusos plantea nuevos desafíos para la estabilidad en el este de Europa.