Un devastador ataque perpetrado por el Estado Islámico sacudió Moscú, dejando un saldo preliminar de al menos 40 muertos y 145 heridos, según informaron la agencia TASS y el medio RT. El incidente tuvo lugar en la sala de conciertos Crocus City Hall, en Krasnogorsk, donde tres individuos armados irrumpieron, desatando una explosión y un tiroteo.

Los atacantes, vestidos con ropa de camuflaje, ingresaron a la sala abriendo fuego indiscriminadamente, según imágenes difundidas en redes sociales y testimonios de testigos. En medio del caos y la confusión, una densa nube de humo negro envolvía el lugar, mientras se reportaba el colapso parcial del techo.

El grupo extremista Estado Islámico se atribuyó la responsabilidad del atentado, alegando haber atacado a una «gran agrupación de cristianos» en las afueras de Moscú. Las autoridades rusas, junto con servicios de emergencia y fuerzas de seguridad, desplegaron una operación de rescate y evacuación, enfrentando la magnitud de la tragedia.

El relato de los sobrevivientes pintó un escenario de terror y desesperación. Testigos describieron cómo la gente intentaba huir del lugar mientras sonaban ráfagas de ametralladora. Muchos se vieron obligados a resguardarse en el suelo para protegerse de los disparos, mientras otros intentaban escapar por cualquier salida posible.

El presidente Vladimir Putin condenó enérgicamente el ataque y prometió una respuesta contundente. Las autoridades rusas, por su parte, iniciaron una investigación penal bajo el artículo 205 sobre actos terroristas. Mientras tanto, la comunidad internacional expresó solidaridad con Rusia y condenó el acto terrorista.

La tragedia en el Crocus City Hall representa uno de los ataques más mortales en suelo ruso en años recientes, dejando una marca indeleble en la historia del país y sumiendo a la nación en el luto y la indignación.